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               ALTARES, lugares que detiene la mirada.

               Me convocan hoy los altares… como un sitio donde se atesoran
               atributos y significados.
               Son lugares con espacios y objetos para la contemplación que or-
               ganizamos con particular esmero. Armamos y rearmamos esos ob-
               jetos según el significado que observamos o el mensaje que nos
               tocará el alma o los sentidos…
               Entonces en ese momento se crean climas que pueden mirarse
               con los ojos o con el corazón… para ello  buscamos materiales
               para expresarnos y nuestras manos corren prontas a dejarse llevar
               hacia la creación de una imagen. Tendremos  urgencia por dar cau-
               ce a esa imagen convocante, a esa idea que de pronto nos viene a
               la mente y que necesitamos sujetar de algún modo.
               Allí donde se puede depositar la mirada se construye un espacio
               particular en una superficie si se quiere breve, íntima, llena de es-
               peranza, llena de pasado, de presente y por qué no de futuro.
               Hoy el “altar” puede estar en mi mesa de luz, en mi taller, en ese
               rincón con mosaicos antiguos y paredes pintadas de color de la
               casa, en la casilla que guarda las herramientas del jardín, en fin allí
               donde conversan  los objetos cotidianos una y otra vez puestos
               luego de usarlos, cuando los volvemos a su lugar de costumbre…
               Y así se van sumando los encuentros y desencuentros con esos
               benditos lugares que construimos cada uno de nosotros a lo largo
               del tiempo y de la vida.
               ¿Quién dice que no están?... que solo se trata de nuestra imagina-
               ción. La magia de poder verlos depende de nosotros y de nuestras
               búsquedas cuando se inicia cada día. También de estar alertas a
               cada llamado de atención sobre todo lo que nos rodea. A  eso que
               necesitamos ver e identificar como nuestro lugar y nuestras cosas.
               Porque  ese alrededor crece y gira con nuevas propuestas, cambios
               o reemplazos que nos renuevan y señalan que es posible encontrar
               instantes de felicidad con pequeños retazos de la realidad. No mu-
               cho más… no mucho menos. Que así sea.
                                                   Graciela María Cesario
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